La ingenuidad de apostar con lord Beckett by Ruth M. Lerga

La ingenuidad de apostar con lord Beckett by Ruth M. Lerga

autor:Ruth M. Lerga [Lerga, Ruth M.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2022-05-19T00:00:00+00:00


* * *

—¡Ya te tengo! —gritó victoriosa en la vacía biblioteca, aplaudiendo con tanto ímpetu que cerró sin querer el Peerage.

Con un gemido de protesta y un aspaviento de preocupación, comenzó a pasar rápidamente las hojas hasta dar con la correcta.

«Lewis Edward Thawsen, vizconde», L.E.T.

Por tanto su benefactor era el… miró la página con atención: hijo del marqués de Sewingsted.

¡Vaya!, un futuro marqués, ni más ni menos. Miró su edad: veintidós años. Alzó la ceja, sorprendida. Quizá no había podido hacer su grand tour dada la guerra, al igual que la mayoría de los jóvenes. Su primo George, de hecho, había aceptado marcharse en agosto a Boston a visitar a un amigo del tío William y pasar allí unos meses, hasta que la situación en Europa se calmase.

No le importaba su edad, se convenció, solo quería saber quién era él para agradecerle el enorme regalo que iba a otorgarle y hacerle saber que ya había descubierto su identidad, para que comprendiera hasta qué punto era inteligente, como garantía de que no lo estropearía todo.

¿Sería guapo?, valoró su mente, capciosa. Agobiada, miró si tenía esposa: soltero, leyó, y sonrió sin querer.

Se sintió mal al recordar a Andrew, pero ¡qué demonios!, hacía cinco días que no sabía de él. Y esa noche cenaban en casa de sir John, así que tampoco coincidirían. Con su desaparición dejaba clara su postura: no quería saber de ella, para él aquel beso que, como favor, le había dado, no había significado nada.

Entonces, ¿por qué las margaritas?, se flageló.

Se frotó los ojos, cansada de darle vueltas a lo mismo. Si él prefería olvidar su interludio, nada le impedía entrar en Boodle’s, como se recordaba cada noche cuando el sueño la esquivaba.

Extrañamente, la idea le resultaba deslucida, el premio de consolación. ¿Cómo podía ser un beso más emocionante que entrar en un club de caballeros?

Sublime, se recordó. No cualquier beso, sino uno sublime. Su cuerpo tembló de impaciencia: necesitaba verlo de nuevo.

¿Cuándo su amigo de juegos estivales se había convertido en el hombre al que anhelaba? Siempre le pareció un joven agradable y simpático, más inteligente que su amigo, Gervaise Stevens, y mucho más sensato y considerado.

Durante las cartas que se intercambiaron mientras él acababa sus estudios universitarios, le contó muchísimas anécdotas divertidas que le hicieron imaginarse cómo sería su vida si hubiese podido estudiar en Cambridge.

No era tan inocente como para no entender que había una parte que ocultaba; muchas, sin duda, algunas de las cuales era incapaz de imaginar por su falta de experiencia. Aun así, agradecía cada línea que él escribía y disfrutaba con ellas.

Qué irónico, pensó. Ahora eran las cartas de otro caballero las que la animaban, del vizconde lord Lewis Thawsen.

Y, no obstante, seguía siendo Andrew quien parecía captar toda su atención, hasta el punto de cambiar sus prioridades para estar a su lado.



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